Por el cenicero
una ciega juega al tenis con mis testículos
botándolos sobre una tierra humeante
con olor a jengibre.
una ciega juega al tenis con mis testículos
botándolos sobre una tierra humeante
con olor a jengibre.
Quiero la
tos del viento
y una lengua llena de bidones
para dragar pianos y jardines
hasta
sangrar la llave de plata
que abra
una cueva junto al mar
donde Emma
baila su
arcana danza
y el
jardinero contempla impasible
las llamas
de la flota
en el
horizonte.
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